Wednesday, June 13, 2007

Asistió Ludovico a su primer día de clase [Español. Meditación]

[Summary: Cultural differences revolving around Ludovico’s relationship with his penis.]

Le preguntó el profesor:
¿Sabe usted el abecedario?
Ludovico pensaba en su barca perdida y no escuchó la pregunta.
¿Qué? ¿No sabe hablar?
Ludovico lo miró con desdén y permaneció en silencio.
¿Le pregunté si sabe o no sabe el abecedario?
Ludovico se obstinó en el silencio.

Ludovico sintió una enorme nostalgia. La ansiedad de aquella primera mañana cuando su madre le encomendó a los padres Jesuitas para que le cultivaran el genio. No podía creer que su madre lo abandonaría a los padres jesuitas. Cerraron el enorme portón del colegio y su madre se quedaba atrás diciéndole que ellos lo educarían para obispo o presidente.

Ludovico se había levantado a la media noche a orinar.
Para que veas, le dijo Ludovico al pene, sacudiéndolo, rara vez se dan las cosas como los curas quieren.

Ludovico le hablaba al pene en castellano de tú y de usted. No se le habría ocurrido hablarle en inglés sin sentirse loco. En castellano era como hablar consigo mismo, con el ser fundamental, el centro eterno que guarda cierta gente. No todos lo tenían, al menos no toda la vida. El concepto era una contradicción con los estadounidenses, tanto nativos como inmigrantes, con la constante reubicación y sed de reinvención.

Ludovico regresó a la cama. Aria despertó. Ludovico estuvo a punto de confesarle que el pene para él era el centro perdurable y que sin sus charlas sería un loco más. No lo hizo porque Aria lo interrumpió para contarle que soñaba con él. Lo había visto hablándole al pene. Se soltaron los dos en carcajadas.

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